Esta primera receta que subimos al blog, es la aportación personal a modo de relato, de la preparación del más famoso de los platos alcalaínos, la secretaria. Esta forma diferente de explicar la receta es obra de Nani Canovaca López, una persona sensible que sabe como nadie mezclar su habilidad para la literatura y la cocina.
2.- Cocinando "La secretaria", típico plato alcalaíno.
Jozú,
Jozú. Hace unos días me atacan los virus y me impiden actualizar el blog hasta
que consigo eliminarlos y hoy que tengo que hacer una “Secretaria” me voy para
la cocina y en el momento que me noto algo más despejada (porque ando un poco
espesilla)…y, ¡la madre del cordero…!, ¿qué me encuentro? ¡Menudo desbarajuste
hay en el fregadero, grifos y fogones! ¿Os podéis imaginar quienes andan
armando semejante revuelo? ¡Pues sí, son ellos los revoltosos, “los dioses
menores”, esos mismos que Mario había dibujado en el fregadero, grifos y
encimera de mi cocina!
Yo
tampoco me lo podía creer hace unos días cuando les encontré alborotando de una
manera increíble. Se suben al grifo y cuando tengo el barreño lleno de agua
para lavar las acelgas, se tiran y se dan cuatro o cinco largos y hacen
carreras para ver cual de ellos es más veloz. Cuando preparo harina para
emborrizar los boquerones, se revuelcan y me preguntan voz en grito (menuda voz
de pito tienen): “¿Cómo están ustedes?” Y lo vuelven a repetir. Claro, siempre
caigo en la trampa mientras ellos se tronchan de risa cuando me ven mirar para
todos lados y bueno, se me queda la cara esa de “alelá” cuando veo que me han
tomao el pelo y estoy sola como siempre. Pero no se calman hasta que de igual
forma contesto: “BIIIIIIIEEEEEEENNNNN”. Entonces salen del plato saltando y
sacudiéndose como si fueran gato o perro que sale del agua, delante de mis
propias narices y he aquí la Nani, estornudando de manera que casi me salgo del
pellejo y los muy joios, despendolaos y muertos de risa, o haciéndose una
cresta al contacto con el agua (menudo amasijo forman con agua y harina) y
claro, ya han conseguido hincharme las narices y les tuve que meter en una caja
transparente que habían tenido bombones (el remedio fue peor que la enfermedad
más adelante veremos porqué), pero al final pidieron disculpas y prometieron
portarse como unos auténticos “dioses menores”. Así que me puse a estirar la
masa de hojaldre para hacer una empanada y se subieron a mis hombros (ya es una
costumbre y hasta ahí aguanto), mientras me contaban que estaban tan contentos
y revoltosos, porque han visto llover con ganas y además de vez en vez, salir
el sol (uno cantaba por lo bajini, “Caracol, col, col, saca los cuernos y verás
el soooollll”, ¡si calladitos del todo no se quedan… ¡, ufff) y vale, todo eso
es más o menos normal, pero anoche empezaron otra vez y como ya no he aguantado
más les he metido en la despensa y como os contaba, esta mañana habían
derramado el arroz, los fideos y se comían el chocolate de una manera
descontrolada y es que el chocolate, para ellos es tan, tan excitante como un
café exprés lo es para mí (por eso pasó lo que pasó cuando los metí en la caja
de los bombones, les hizo efecto el tufillo que había), y como veo que no
escarmientan he pensado que habrá que hacer como con los niños, les he puesto
tarea como castigo y deberán ordenar la despensa para empezar (han sido ellos
los que han formado ese desbarajuste) y les he colgado una nota para que de
paso me saquen los ingredientes de la receta que tengo que confeccionar y que
son los siguientes:
1
Pollo grande.
Aceite
de oliva.
2
Hojas de laurel.
2
Cebollas grandes.
6
dientes de ajos.
1
vaso de vino blanco.
2
Higaditos de pollo.
Sal.
Pimienta
molida.
Azafrán
en hebra.
Colorante.
1
bote de pimientos morrones.
150
gr. de guisantes.
1
bote de 1/2 Kg. de tomate o bien, tomates naturales, pelados y sin pipas.
150
gr. de Jamón en taquitos.
Y
de deberes, mientras me ayudan en el guiso anotarán las ocho cosas que quiero
hacer antes de irme pa el otro barrio, según me han endiñado la señora Nanny y
la señora Illyakin (así mato dos pajarillos de un mismo tiro), para hacer eso
¿cómo se llama? “mimo, memo, mama, mima, mete…, me, me, me toy poniendo
nervusa, bueno como se llame esa cosa que todos estáis pensando, ¡sí el mete,
digo el meme…, yujuuuuuuuuu, lo he dicho!
Bueno
pues en esas estamos y ahí está el cacho guasón estornudando como yo, porque se
ha entretenido en abrir la pimienta. El más travieso de todos está de color
naranja con una cresta verde, porque ha cogido los botes de colorante amarillo
y el verde, para hacer una gracia y se los ha echado encima, ¡menuda gracia me
hace a mí! El más responsable y formalete, está llorando porque me está
ayudando a pelar cebollas y el que siempre sonríe, hoy anda algo seriote porque
le escuecen los dedos de pelar ajos y a escondidas soy yo la que sonrío al ver
al más morenito de todos, que ha venido con el laurel en la cabeza (se ha hecho
una corona y se la ha puesto, ¡si es que no paran!)…, y nada o me lo tomo a
cachondeo o no acabo con este grupito de revoltosos que vinieron de México
impregnados en un dibujo, enviados por Mario a ayudarme en las cotidianas
pequeñas cosas y como os digo, lo que urge hoy es hacer esa gran “Secretaria”.
Mientras
están ahora entretenidos en estos menesteres yo voy a coger un buen trozo de
jamón serrano y lo voy a cortar en taquitos y lo reservo. Después cortaré el
pollo en tajaditas y pongo el perol con aceite de oliva, cuando está algo
calentito le pongo el jamón que teníamos reservado y le doy unas vueltecitas
con el fin de que vaya aromatizando el aceite y cuando empieza a freír le añado
el pollo troceado, el laurel que mi amigo traía en la cabeza y dejo freír a
fuego suave. Cuando ya vemos que está fritito, pero no demasiado (mientras que
mis amigos a mis espaldas vuelven a despendolarse), le pongo el vino blanco y
dejo que se vaya consumiendo y lo remuevo. Aparte pongo otra sartén y cubro el
fondo con aceite de oliva, le añado los ajitos troceados, la cebolla hecha
cascos, los dos higaditos, un puñadito de guisantes y un pimiento rojo de lata.
Lo dejo todo al fuego suave que se vaya pochando y me voy al fregadero porque
se están bañando los que pelaron las cebollas, los ajos y el que se había hecho
la cresta verde y se pintó de amarillo con el colorante. El barreño donde se
han metido, parece más un potaje que un barreño de agua. Tengo que cambiarles
el líquido unas cuantas veces hasta que dejan de soltar color amarillo y como
podéis observar, entre unas cosas y otras, todavía no he podido ni pensar un
solo momento en esas ocho cosas que quiero hacer antes de pasar a mejor vida
¡como se suele decir! Entre pitos y flautas, mejor dicho entre dioses menores y
cacharros, veo que el pochado está en su punto y el pollo también. Quito el
fuego a ambos recipientes, preparo un barreñito adecuado para triturar lo que
había puesto a pochar y lo vacío junto con el tomate, un pellizco generoso de
azafrán en hebra y un chorrito de agua. Meto la batidora (regaño al mismo
tiempo a mi amigo “revoltoso” que se ha subido al filo y puede resbalar y ser
parte de la salsa) y con plena seguridad de que ninguno se ha escapado y ha
hecho de las suyas, meto mi potente batidora y trituro el contenido hasta que
todo queda bien mezclado y hecho papilla. Vuelco sobre el pollo, enciendo otra
vez el fuego y dejo una llamita floja y sigo cocinando, mientras le agrego el
resto de los guisantes, la sal (hay que tener en cuenta que el jamón ya sazona
un poquito y podemos salar demasiado el guiso si no lo recordamos), apuro el
contenido de la salsa con un chorrito de agua que agrego al guiso y dejo que
vaya reduciendo la salsa. En esta tarea estoy cuando me percato que mis
amiguitos no se escuchan, no se ha metido ninguno entre mi pelo (saben que me
enfado mucho si lo hacen mientras cocino), ni se ha metido ninguno en mi escote
(dicen que así ven mejor como cocino), ni salta ninguno del grifo a mi hombro y
de aquí al barreño o al rollo de papel de aluminio (dicen que les gusta escuchar
el ruido que hace la lámina de aluminio), así que me vuelvo para ver que pasa y
me los encuentro a todos sentados tan anchos y tan panchos en el frutero,
encima de las peras y las naranjas y cada uno de ellos tiene un rollito en la
mano en forma de pergamino que me ofrecen con una sonrisa y la verdad sea
dicha, “¡me han desarmado los mu puñeteros”!, llevan muy poquito entre estos
pucheros, pero me han conquistado y saben muy bien como sacarme de quicio o
derretirme cual caramelo avainillado. Miro mi guisote y veo que por un momento
puedo dejarlo hacer “plof, plof” y me acerco a los pequeñajos sonriendo yo
también. Desenrollo el primer pergamino en el que puedo leer: “Te hace mucha
ilusión viajar a donde sea, pero si te dan a elegir, podría ser Kenia, Egipto,
Perú o México, lo dijiste anoche mientras dormías en el sofá”, (se me saltan
las lágrimas, jejejeje, pero intento disimular). Voy hacía otro pequeñajo y
repito la operación, donde leo: “Quieres tener tiempo para disfrutar a los
hijos de tus hijos”, bueno ¡se ve que hablo en sueños! Vuelvo a repetir la
operación (este es el prenda de la cresta) y ahora leo: “Deseas sonreír día
tras día”. Vaya, ojalá así sea, pienso. Ahora me dirijo al puñetero que le
gusta meterse en mi escote y vuelvo a leer: “Tienes ganas de pasear como antes
hacías” ¡Puñeta con los dioses menores, me tienen calada! Me acerco al que
todavía tiene los dedos quemados por haber pelados los ajos y sonríe mientras
me ofrece su mensajito que dice: “Quieres tener tiempo para ver dos películas por
semana y si pudiera ser sentada en un cine, mejor aún” (Huy, que pillines
estáis hechos, -les digo) Ahora me dirijo al que aún tiene los ojos rojos por
llorar al pelar cebollas y sigo leyendo: “Quieres terminar todos esos cuentos
que tienes aparcados hace mucho, mucho tiempo y que se te atrancaron como un
hueso de aceituna en la garganta, que ni sube ni baja” ¡Ufff -pienso – se las
saben todas! De nuevo voy hacía el que me hace cosquillas entre el pelo y
vuelvo a leer: “Quieres brindar con tu familia y amigos por el fin de las
guerras”, esto me deja un poco helada porque es una utopía, pero si que me
gustaría que pasara antes de marcharme para siempre y para terminar, me espera
el nadador de largos en el barreño y vuelvo a desenrollar: “Quieres levantarte todos
los días con un proyecto, una canción y un gracias a la vida”
.…
y bueno chicas Nanny e Illyakin y resto que me estáis leyendo, como veis estos
“dioses menores” me conocen mejor que yo misma y os acaban de dar respuesta al
"meme" que me habéis encargado, de paso todos juntos hemos hecho el
típico guiso de mi ciudad “la secretaria” (que como comprobareis, siguiendo los
pasos que he dado podréis hacerla también vosotros). Ahora pruebo el guiso y
está en su punto de sal, la salsa está perfecta, lo cambio a otro recipiente
más adecuado para que no se enfríe y lo llevo a la mesa donde espera la
familia. ¿Os sentáis a la mesa con nosotros?
HE
TARDAO UNA JARTÁ EN HASER ESTE MEME, PERO ES QUE ANDO MU MAL, LO QUE SE DISE MU
MAL DE TIEMPO ESTOS ÚTIMOS DÍAS, DISCULPEN LAS IMPLICADAS.
Nani Canovaca López
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